martes, 26 de febrero de 2013

La Broncemia: Un mal que afecta cada vez más a los médicos.



Editado de un video del Dr. Francisco Occhiuzzi  *

La Broncemia,  es una enfermedad de curso crónico y carácter degenerativo, causada por la acumulación progresiva de bronce en la sangre,  lo que afecta la expresión corporal,  la esfera mental y la personalidad.  Los médicos que la sufren aquejan un delirio,  cada vez más organizado que les hace pensar que son tan importantes,  que merecen una estatua de bronce en el patio principal del hospital en que trabajan.

Fue descrita hace medio siglo,  por los doctores Narciso Hernández y Feijoo Osorio en la Universidad de Córdoba,  Argentina, país donde esta enfermedad es endémica.

La Broncemia es una intoxicación que se adquiere en los medios en los que se presume de un alto nivel de intelectualidad,  como las universidades,  los estrados judiciales,  las sociedades científicas,  los círculos intelectuales,  las juntas de gobierno de las empresas,  el mundo deportivo y,  los casos más graves aparecen entre los políticos donde la enfermedad aparece sin pródromos ni antecedentes,  manifestándose con soberbia y arrogancia.

Pero nos interesa analizarla en el cuerpo médico,  donde es particularmente grave porque termina afectando la relación médico paciente y el ambiente laboral.

Es más común en los hombres pero es más grave en las mujeres,  en las que aparece una variedad incurable con síntomas más severos.

Puede aparecer a los 45 años,  pero es más frecuente entre los 55 y los 65 cuando el deseo de disertar es inversamente proporcional a la capacidad de discernir.

Existe una variedad juvenil,  que afecta a los internos y generalmente trunca sus carreras,  porque pueden llegar a ser grandes científicos pero nunca podrán ser buenos médicos.

Síntomas: Diarrea mental,  hipoacusia interlocutoria y reflejo cefalocaudal constituyen la triada patognomónica.
La diarrea mental es el síntoma primordial.  Pero su logorrea tiene un tinte característico: hablan erguidos,  como si estuvieran en un púlpito y todos sus escuchas fuesen súbditos que los admiran.
La hipoacusia interlocutoria  es la condición sinecuanon para el diagnóstico: estos pacientes no oyen a sus interlocutores.
El reflejo cefalocaudal,  manifiesta un estado avanzado de la intoxicación en el que ya hay depósitos de bronce en la médula espinal e imprimen un modo de caminar característico:   “marchan pavoneándose: cabeza erguida,  mentón elevado,  columna rígida y cola parada”
La paradoja patogénica es que “a mayor cantidad de bronce en la sangre,  menor peso corporal”  y estos pacientes no caminan… “levitan majestuosamente”

Se reconocen tres etapas de la enfermedad:

La primera,  PEDANTITIS caracterizada únicamente por hipertrofia del ego y un discurso pedante;  estos pacientes pierden la capacidad de sonreír y se les olvida hasta saludar; en esta etapa ya existen niveles importantes de bronce en la sangre,  pero todavía no hay depósitos en los órganos blanco;  sin embargo se hace fácilmente reconocible para los compañeros de trabajo que no pueden soportarlo.

La segunda, IMPORTANTITIS,  fase media caracterizada por el delirio;  los depósitos de bronce se van acumulando primero en los miembros inferiores,  produciendo la marcha característica y van ascendiendo manifestando todos los síntomas de manera florida hasta comprometer el cerebro.  El afecto plano y la insensibilidad extrema reflejan los depósitos de bronce en el corazón.

La tercera, INMORTALITIS,  es la fase terminal de la enfermedad en la que ya el cerebro ha sido reemplazado totalmente por acúmulos de bronce y el paciente no solo se cree una estatua de bronce sino que se comporta como tal.  Estos hallazgos se confirman en la necropsia,  porque, estos pacientes también se mueren.

Prevención:   La única forma de defenderse de esta enfermedad es introyectar el deseo de ayudar a los pacientes y colaborar con los compañeros.   Es importante vacunarlos a todos con el buen ejemplo

Tratamiento: Ejercitar a diario el  espíritu de servicio,  no como un acto obligatorio,  sino como una actitud de vida,  como un ejercicio de nuestro humanismo

Nota final:    Estudios  retrospectivos han mostrado que a ningún médico afectado de broncemia,  le han erigido una estatua.


Los médicos  médicos que merecen una estatua de bronce, nunca han padecido de la terrible enfermedad de la broncemia.   Como el que ilustra esta nota, el Dr. Manuel Uribe Ángel, ejemplo de médico humanista, aqui inmortalizado en el bronce porque precisamente nunca tuvo Broncemia. 

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