Jamás habría dado una instrucción de atentar contra la vida de Chávez. Habría sido contrario a mis principios morales, y además porque podría haber degenerado en una situación como la del 9 de abril de 1948 en Bogotá, con el asesinato de (Jorge Eliécer) Gaitán. Las Fuerzas Armadas cumplieron cabalmente su palabra de garantizar la integridad de Chávez, quien se encontraba bajo su custodia. Qué diferencia con la actitud posterior del régimen.
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