Un crimen de lesa patria llevar a la muerte a estos muchachos que habían sido alistados precisamente para defender la Constitución que en 1992 sustentaba a un Presidente democrático electo por el pueblo y a quien por la fuerza el comandante de este soldado pretendía derrocar. La democracia hay que defender -decía alguien- hasta con las uñas de manera que mal hizo el Presidente Caldera de no castigar ejemplarmente a los comandantes responsables de este gran desaguisado cuyo corolario ha sido después de diez y seis años la quiebra de un país que estaba entre los primeros progresistas de América.
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