Se habla de prohibirle a la publicidad el tomar a la mujer como blanco privilegiado o como argumento para vender.
Llevado a ese extremo, el feminismo corre el riesgo de agredirse a sí mismo. Si ya no se puede jugar con mitos bajo el pretexto de que esconden a veces realidades las relaciones sociales pueden convertirse en penosas y aún más, en peligrosamente tensas.
Proscribir la historia judía, es una forma de antisemitismo. Abstenerse de todo chiste sobre las suegras, es una manera de rehusar la vida conyugal. Y nada conforta tanto a los mandarines de la Universidad, coma zaherir al sabio Cosimus.
Le Monde
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