jueves, 30 de mayo de 2024

LA ESPADA DE SUCRE

En esta ciudad (Ciudad Bolívar) hay dos estatuas de bronce: la del Libertador en la plaza mayor, erigida en 1869 y la de Sucre, reciente, que está donde no debe estar y para remate nada más que con la empuñadura de la espada, toda vez que de la hoja lo despojaron hace ya cierto tiempo, obra tal vez de algún malandrín o de un bromista o guerrillero del M-19 que para fortuna de los colombianos ya está rendido aunque sin devolver la espada de San Pedro Alejandrino. Ciertamente, la estatua del Gran Mariscal de Ayacucho está donde no debe estar. Debería estar en la plaza de su nombre en Maripa, antiguo distrito hoy municipio Sucre, y no en la Plaza Centurión donde lo despojaron de su acero, sin que hasta la fecha aparezca por allí un poeta de la talla de Luis Vidart y Sánchez capaz de convencer al corregidor-alcalde con uno de sus romances de protesta. Y es que por lo leído en un reciente libro de Mario Briceño Perozo algo muy anterior ocurrió con la estatua del Gran Cervantes en la Plaza de las Cortes en Madrid, "que fue mutilada por una bala de cañón que dispararon desde una batería colocada en la bajada del Retiro, durante las jomadas de 18S6, en que fue derribado del poder el general Baldomero Espartero (1793-1879); esa bala rompió la hoja de la espada del monumento de Cervantes y por tal motivo el arma quedó reducida a la empuñadura, en virtud de lo cual, Viddart y Schuch compuso el poema La Espada de Cervantes y lo envió al director del periódico Las Novedades, para llamar la atención de las autoridades y del público en general y comprometió en esta empresa a cervantistas de la talla de don Mariano Pardo de Figueroa y don Ramón León Martínez. La voz de Vidart se escuchó en todos los ámbitos madridenses y la estatua de Cervantes volvió a tener su espada completa”. Pero en el caso de Sucre no fue por bala de cañón sino por la mano de un ladrón que la eficiente policía del Estado aún no ha podido localizar. En todo caso, aquí en esta ciudad hay herreros de la talla del Venerable Maestro José del Valle Silva, quien en su oportunidad colaboró con su granito de arena para reparar la falta contra el Generalísimo Francisco de Miranda en la plaza de su nombre y romanceros como Pedro Silva, aunque no de la estatura de Vidart Schuch, también hay quienes puedan escribir "...ruégole al señor alcalde/que disponga que esta estatua/le den un florete o sable/pues aquel puño sin .hoja/parece un cazo colgante.

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