domingo, 2 de junio de 2024

QUIÉN EN CIUDAD BOLÍVAR SE ACUERDA DE “DOBLE FEO” ?

Casi nadie, seguramente, pero se trata de un personaje pintoresco nunca acomplejado por el cognomento vulgar. Lo último que de él se dijo era que se había metido a brujo. La gente de esta soleada ciudad orinoquense corría la voz en el ambiente picaresco de la tertulia que "Doble Feo se metió a brujo". "Doble Feo” era Héctor Roldán, hijo expósito del difunto Pancho Lusinchi, pariente muy cercano del ex presidente de la República. Pancho estuvo en 1930 por estas tierras, tuvo un romance con doña Angelina Roldán y nació Héctor, suerte de Teofrastro Renaudo, Padre de la Prensa francesa, de quien se cuenta era el hombre más feo de su tiempo, muy poco favorecido por la naturaleza, pero compensado con una relevante inteligencia en el campo del periodismo y la medicina. Héctor Roldán tampoco fue favorecido por la Naturaleza y de allí el cognomento de "Doble Feo” con el cual cargó sin complejos toda su vida. "Doble Feo” nunca aprendió a leer ni escribir, pero lo favorecía una inteligencia despierta y vivaz como mordaz, capaz de arrinconar al más pintado. Franco e incisivo, hubo un tiempo en que los políticos de cualquier color preferían tenerlo de su lado a pesar de que "Doble Feo” ponderaba las bondades del perezjimenismo, tanto que en las elecciones del 68 salió electo concejal suplente de la Cruzada Cívica Nacionalista. Pero antes, en tiempo de Betancourt, estuvo ganado por los sectores de la oposición radical hasta el punto de entrar en chirona por orden del entonces Gobernador Rafael Sanoja Valladares. La lengua de "Doble Feo” era implacable contra sus adversarios, especialmente cuando le tocaba pregonar, como excelente pregonero que fue, Tribuna Popular, Clarín, la Pava Macha y todo cuanto periódico hiciera oposición de frente. Tan terrible era el verbo de Doble Feo que hasta el temido José Antonio Grimaldi, siendo presidente municipal, lo nombró fiscal del alumbrado público para ver si lo aplacaba y el Chino Lima Ostos, enfant terrible de los adecos, los nombró su chofer cuando comenzó a ostentar la presidencia de la Asamblea Legislativa. Pero muy poco tiempo duró como chofer, pues Doble Feo no conducía si no a 40 kilómetros por hora y hay que ver lo larga que son las carreteras del interior. Pero el terrible Doble Feo nacido un 15 de octubre y a la edad de 60 años cuando conversamos con él ya no estaba para esos ajetreos de vigorosa juventud. Ya no estaba para pregonar y pulir carros, pues de esa tarea vivió un .tiempo; ni para cuadrarse con la mejor oposición ni echar sapos y culebras contra La Electricidad porque alguna que otra calle estaba como boca de lobo. Doble Feo se había recogido aunque la picaresca citadina solía decir que se metió a brujo y para verificarlo fuimos a su casa en la calle Las Mercedes, cercana a una funeraria. Doble Feo sigue allí con su voz alterada y la piel muy maltratada. No quiere saber de nada ni de nadie, pero aclara lo de brujo. La cosa viene porque un buen o mal día le prestó la casa a un señor del interior que hace milagros con rezos, raíces, yerbas, cortezas y ungüentos de animales y la cola de la gente se hizo interminable como interminable la especie de que "Doble Feo se metió a brujo’ En estos días me contaba Aníbal Romero Cano, fotógrafo de la Escuela de Medicina de la UDO, que muy absorto y añorado había visto a Doble Feo contemplando el Orinoco, quien urgido le pidió un empujón hasta su casa, pero el conocido paisano, ya octogenario, no sólo se orinó los pantalones sino que le dejó el asiento del carro convertido en un lago.

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