jueves, 13 de junio de 2024

UN SORDOMUDO COMUNICATIVO

El sordomudo Clovis Guevara, acusaba una viveza diligente desde que amanecía hasta el aterrizaje del último de los aviones que cubren las rutas de las minas diamantíferas y auríferas del interior de Guayana. La tarea diaria que le había impuesto la necesidad de un ingreso más o menos estable, consistía en acarrear carga y pasajeros hacia determinada aeronave, lo cual le reportaba doble propina: la del piloto y la del viajero. Podía, además, solicitar combustible con su onomatopéyica voz, calentar los motores y carretear la avioneta de un lugar a otro si era preciso, salvo que siempre se negaba a volar porque, al igual que a Nico, apa- rentaba sufrir de aerofobia. El miedo a los aviones le vino desde que el Capitán Rubén Vargas, piloto de un bimotor oficial en el que viajaba Como invitado, embanderó intencionalmente el motor derecho. Al percatarse, el Mudo Clovis se zafó el cinturón, corrió alborotado hasta la cabina y esti¬rando el brazo derecho y dándole de canto con su mano izquierda casi que habló por primera vez. El piloto comentó después haber dis-frutado por anticipado de lo que fue siempre un reiterado episodio de hilari¬dad en el diario discurrir del aeropuerto, donde el Mudo, a pesar de su incapaci¬dad para hablar, era el que mejor se comunicaba y entendía con la gente, menos cuando lo dieron por perdido y hubo que movilizar a la Policía. El Mudo, tres días fuera de su casa sin pre¬vio aviso, fue hallado en Canaima y nadie supo jamás cómo llegó a aquellos predios.

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