lunes, 13 de abril de 2015

Carmona: De aquellos polvos vinieron estos lodos

Cuando usted conversaba con Chávez ¿Él escuchaba sus opiniones o se mostraba arrogante?
Chávez podía ser una persona cordial en su trato personal cuando lo deseaba, pero intransigente en sus objetivos. Ello condujo al país a un despeñadero. Pocas personas le dijeron a Chávez las cosas con tanta franqueza como yo. Primero persuadiéndolo de la necesidad de un diálogo constructivo, pues tenía en sus manos una coyuntura irrepetible de poder político y económico para transformar al país. Luego, antes de que se promulgaran los primeros 48 Decretos-Leyes por Ley Habilitante, le advertí personalmente que ello significaría la ruptura del diálogo emprendido entre septiembre y noviembre de 2001, y que ello conduciría a un “choque de trenes”. Pero los oídos fueron sordos. Fue así como en diciembre de 2001 me correspondió liderar el primer gran paro nacional de 12 horas en protesta por las decisiones arbitrarias del gobierno, y en ese momento llegué a la conclusión de que Chávez quería pasar a la historia no como un estadista que concierta y escucha, sino como un revolucionario disruptivo e impositivo. Finalmente, antes de la crisis de abril, mis mensajes continuos por la televisión eran: “Rectifique, Presidente, se lo pedimos cívicamente, democráticamente”, o clamando porque no se tomaran políticamente a PDVSA, y allí están los resultados. De aquéllos polvos vinieron estos lodos.

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